martes, 30 de octubre de 2012
¿ Qué escuela queremos para la sociedad en la que vivimos?
Leyéndome los artículos me he concienciado de que deberíamos cambiar ciertas cosas de nuestra educación para que esta nos fuese aunque sea un poco mejor. Por ejemplo actualmente el maestro o profesor se encarga de llegar a clase y soltar su lección, quien se haya enterado pues bien y quien no pues lo lleva mal. Eso debería cambiarse, tendría que haber mas participación por parte del alumnado y por supuesto que sus participaciones y comentarios se tuvieran en cuenta.
Una de las cosas que veo muy interesante en la escuela de Finlandia es que no se separan a los niños por su capacidad para aprender. En este país solemos separar a los niños dependiendo si son mas “rápidos” a la hora de aprender o más “lentos”. Creo que esto debería desaparecer porque por ejemplo una persona que le cueste más aprender ciertas cosas no debería excluirse sino motivarla, darle apoyo y hacer que se sienta cómoda con esa materia. Por otro lado hay que destacar que no a todo el mundo se le da todo bien, dependiendo de lo que nos guste una cosa se nos dará bien o mal. Y creo que eso en gran parte es problema del profesor. Si un profesor da su asignatura de una forma fácil, entretenida, participativa, etc. habrá más posibilidades de que se nos de mejor esa materia que cualquier otra que nos resulte aburrida.
Otra cosa que tengo que destacar son las clases con un número reducido de alumnos, esto permite que en una clase puedan participar todos, conocerse todos mejor y para cualquier practica o trabajo sea más cómodo y llevadero.
Hay que apoyar las clases fuera del aula, pienso que se aprende más en cualquier excursión a una exposición, museo , teatros, conferencias… Aprender por nuestra experiencia puedo decir personalmente que es algo genial. Dejarnos de tanto papeleo que no nos lleva a ningún lado y luchar por una educación más creativa y divertida, y verdaderamente disfrutar aprendiendo que es algo que es raro de escuchar en el alumnado.
Esto son algunas de las cosas que en mi opinión se deberían cambiar para que en un futuro no muy lejano lleguemos a tener un buen aprendizaje en la escuela.
martes, 16 de octubre de 2012
Autobiografía.
Comencé este largo recorrido con cuatro años en preescolar. La verdad que no tengo muchos recuerdos de esa etapa , de lo único que me acuerdo es de mi profesora que se llamaba María y de conocer a los que hoy en día son mis grandes amigos.
Con seis años empecé primaria. Tenía a casi todos mis compañeros de preescolar excepto algunos que eran nuevos. Mi profesora Mª Teresa la recuerdo muy bien porque me dio clases cuatro años seguidos. Era una buenísima profesora amable y cariñosa, aunque le gustaba bastante mandar deberes. Nunca tuve problemas con ella, bueno ni con ningún otro profesor, porque no era nada traviesa y siempre he sido muy tímida.
Con ella aprendí lo esencial en esos cursos como leer, escribir etc.. Nos enseñaba a respetar a los demás y a convivir en un entorno.
En quinto y sexto de primaria me cambiaron de profesor, se llamaba Salvador y era una persona con muy poco paciencia, ya que cada vez que mis compañeros hacían alguna travesura típica de la edad él gritaba sin control y lo pagaba casi siempre con todos los demás. A parte de eso era un gran profesor porque ponía mucho interés en que todos nos enterásemos de lo que él estaba explicando y nos resolvía cualquier duda que no entendiésemos.
Cuando entré en el instituto (Ben Al Jatib) en primero de la ESO empezó a irme regular en el primer trimestre empezaron a quedarme asignaturas. Mi problema es que soy una persona muy tímida y a la que le cuesta mucho adaptarse a los cambios, y me vi envuelta entre tanta gente, profesores nuevos y un lugar al que no conocía. Sin embargo cuando pasó un cierto tiempo me acostumbré a todo y volví a ser yo misma.
Desde el segundo trimestre de primero de la ESO hasta tercero de la ESO me fue genial, mis notas eran muy buenas, tenía muchos amigos y quitando a dos o tres, los profesores eran magníficos.
Tengo que destacar a algunos profesores, en primer lugar mi profesor de matemáticas. Dicho profesor era una persona alta, joven y también bastante atractiva, tenia una fachada de hombre duro, pero yo se que en el fondo lo hacía para que no le tomasen el pelo. Explicaba la materia tan bien que te parecía un juego. Gracias a él me encantan las matemáticas y se me dan bien, algo raro en un niño.
En segundo lugar, mi profesor de literatura era una persona muy chistosa, extrovertida y bastante cómica, nos contaba las historias como una vivencia cotidiana y la vivía como si fuese suya. Nos llevó a bastantes teatros y recitales de poesía. Él daba la materia distinta a los demás profesores, nos sacaba de las cuatro paredes del aula para que aprendiéramos por nuestra propia experiencia y no solo por los libros.
En cuarto de la ESO fue mi punto declive. Me cambiaron de clase con la escusa de que era una buenísima alumna y tenía que estar en una clase acorde para sacar todo mi potencial. Como ya he mencionado anteriormente, soy una niña tímida y a la que le cuestan los cambios, pero que me acababa acostumbrando. En este caso no fue así, en todo ese año no conseguí adaptarme a la clase. Eran niños que para ellos no había amigos, era todo competitividad entre ellos para ver quien sacaba mejores notas. Me sentí como un bicho raro al que todos miraban con cara de pena por no ser como ellos, y siendo una persona bastante débil e influenciable lo pase bastante mal, y aparte que en ese momentos tenía serios problemas personales. Mis notas bajaron muchísimo y yo ya no era la de antes. No me sentía apoyada por ningún profesor de los que en ese momento me daban clases, por suerte tenía grandes amigos y a los que considero buenos profesores que sí estuvieron ahí cuando más lo necesité. Esos sí que son profesores no solo los que te enseñan bien su materia, si no los que te inculcan algo moral y ético.
Bachiller, dentro de lo que cabe, me empezó a ir bien de nuevo, y además me volvieron a cambiar a la clase donde estaban mis compañeros de siempre, aunque nunca volví a recuperar la confianza en mi misma y eso afectó un poco a mis notas.
No me considero una niña lista ni mucho menos que saque buenas notas, pero si que soy trabajadora, con mucha fuerza de voluntad y muchas ganas de aprender.
Hay muchas cosas más que puedo destacar en mi experiencia formativa pero si las cuento todas podría hacer hasta un libro. Aquí os dejo plasmada alguna de las que mejor recuerdo y así quien lo lea me conocerá un poco mejor.
Con seis años empecé primaria. Tenía a casi todos mis compañeros de preescolar excepto algunos que eran nuevos. Mi profesora Mª Teresa la recuerdo muy bien porque me dio clases cuatro años seguidos. Era una buenísima profesora amable y cariñosa, aunque le gustaba bastante mandar deberes. Nunca tuve problemas con ella, bueno ni con ningún otro profesor, porque no era nada traviesa y siempre he sido muy tímida.
Con ella aprendí lo esencial en esos cursos como leer, escribir etc.. Nos enseñaba a respetar a los demás y a convivir en un entorno.
En quinto y sexto de primaria me cambiaron de profesor, se llamaba Salvador y era una persona con muy poco paciencia, ya que cada vez que mis compañeros hacían alguna travesura típica de la edad él gritaba sin control y lo pagaba casi siempre con todos los demás. A parte de eso era un gran profesor porque ponía mucho interés en que todos nos enterásemos de lo que él estaba explicando y nos resolvía cualquier duda que no entendiésemos.
Cuando entré en el instituto (Ben Al Jatib) en primero de la ESO empezó a irme regular en el primer trimestre empezaron a quedarme asignaturas. Mi problema es que soy una persona muy tímida y a la que le cuesta mucho adaptarse a los cambios, y me vi envuelta entre tanta gente, profesores nuevos y un lugar al que no conocía. Sin embargo cuando pasó un cierto tiempo me acostumbré a todo y volví a ser yo misma.
Desde el segundo trimestre de primero de la ESO hasta tercero de la ESO me fue genial, mis notas eran muy buenas, tenía muchos amigos y quitando a dos o tres, los profesores eran magníficos.
Tengo que destacar a algunos profesores, en primer lugar mi profesor de matemáticas. Dicho profesor era una persona alta, joven y también bastante atractiva, tenia una fachada de hombre duro, pero yo se que en el fondo lo hacía para que no le tomasen el pelo. Explicaba la materia tan bien que te parecía un juego. Gracias a él me encantan las matemáticas y se me dan bien, algo raro en un niño.
En segundo lugar, mi profesor de literatura era una persona muy chistosa, extrovertida y bastante cómica, nos contaba las historias como una vivencia cotidiana y la vivía como si fuese suya. Nos llevó a bastantes teatros y recitales de poesía. Él daba la materia distinta a los demás profesores, nos sacaba de las cuatro paredes del aula para que aprendiéramos por nuestra propia experiencia y no solo por los libros.
En cuarto de la ESO fue mi punto declive. Me cambiaron de clase con la escusa de que era una buenísima alumna y tenía que estar en una clase acorde para sacar todo mi potencial. Como ya he mencionado anteriormente, soy una niña tímida y a la que le cuestan los cambios, pero que me acababa acostumbrando. En este caso no fue así, en todo ese año no conseguí adaptarme a la clase. Eran niños que para ellos no había amigos, era todo competitividad entre ellos para ver quien sacaba mejores notas. Me sentí como un bicho raro al que todos miraban con cara de pena por no ser como ellos, y siendo una persona bastante débil e influenciable lo pase bastante mal, y aparte que en ese momentos tenía serios problemas personales. Mis notas bajaron muchísimo y yo ya no era la de antes. No me sentía apoyada por ningún profesor de los que en ese momento me daban clases, por suerte tenía grandes amigos y a los que considero buenos profesores que sí estuvieron ahí cuando más lo necesité. Esos sí que son profesores no solo los que te enseñan bien su materia, si no los que te inculcan algo moral y ético.
Bachiller, dentro de lo que cabe, me empezó a ir bien de nuevo, y además me volvieron a cambiar a la clase donde estaban mis compañeros de siempre, aunque nunca volví a recuperar la confianza en mi misma y eso afectó un poco a mis notas.
No me considero una niña lista ni mucho menos que saque buenas notas, pero si que soy trabajadora, con mucha fuerza de voluntad y muchas ganas de aprender.
Hay muchas cosas más que puedo destacar en mi experiencia formativa pero si las cuento todas podría hacer hasta un libro. Aquí os dejo plasmada alguna de las que mejor recuerdo y así quien lo lea me conocerá un poco mejor.
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